CUENTOS Y LEYENDAS ABORIGENES DE LA ZONA DEL GRAN CHACO –
Cuando Ima-a-ta-ana creó el mundo, no castigó al mismo con el frío, la enfermedad, la muerte, el hambre. Solo creó hombres, porque como eran inmortales no tenían necesidad de tener hijos. Estos hombres eran mitad seres humanos y mitad animales. Tenían plumas y pieles en su cuerpo y garras en los pies y las manos, algunos podian volar. Estos vivían felices cazando, pescando y recolectando, el mundo estaba creado para ellos y formaban una unidad entre hombres y naturaleza.
Pero estos hombres sentían el impulso natural de la procreación, entonces depositaban su semen en calabazas. Los niños nacían pero como carecían de leche materna comían tierra y así morían. Tenían la costumbre de salir a cazar y dejar a uno de ellos de guardián, cuidando la comida.
Ese día quedó de vigilante el hombre loro ( Elé ), éste se tendió en la estera para descansar cuando escucho unos ruidos extraños que provenían de lo alto. Eran risas pero Elé no las reconoció porque nunca las había escuchado.
En esa época, de tiempo en tiempo, las estrellas bajaban del cielo por medio de cuerdas de chaguar para robar la comida de los hombres. Estas estrellas eran blancas, brillantes y tenían forma de mujeres.
Elé las vió descender por las cuerdas y como eran muy lindas quiso tomar a una de ellas, pero estas mujeres tenían mucho poder y el hombre loro sufrió heridas en su boca, así perdió parte de su facultad de hablar.
Mientras estaba dolorido en el suelo observó que las mujeres tragaban el alimento por arriba y por debajo, ya que también tenían dientes en la vagina. Cuando terminaron de comer subieron por las cuerdas hacia Pulé, el cielo, desapareciendo en lo alto. Cuando llegaron los demás hombres encontraron a Elé herido y la comida saqueada. El hombre no pudo contarles lo que había pasado pues tenía lastimada su boca.
Esa noche se reunieron en torno al algarrobo y deliberaron. Decidieron que al día siguiente quedara de guardián el hombre zorro ( Voyagá ) considerado el más inteligente del grupo. Al otro día, estando solo Voyagá en la choza, volvieron a descender desde el cielo las mujeres estrellas. Esta vez no se conformaron con lastimar levemente al hombre, le pegaron tanto que el hombre terminó desmayado. Comieron y se marcharon hacia el cielo.
Cuando volvieron los hombres deliberaron nuevamente sentados alrededor del algarrobo. Decidieron que al día siguiente quedara de guardián el hombre tatú ( Pamaló ), considerado el más fuerte del grupo.
Pero al día siguiente sucedió lo mismo, las mujeres eran demasiado poderosas y los hombres no podían vencerlas. Chiquii, el carancho, jefe espiritual del grupo, decidió cambiar de estrategia. Esta vez tenderían una emboscada a las mujeres. Un grupo se escondería en el bosque cerca de la choza y Volé, el hombre halcón, volaría muy alto y cuando las mujeres estuviesen descendiendo, cortarían las cuerdas y las estrellas caerían fuertemente a la tierra. El golpe sería terrible y las mujeres quedarían a merced de los hombres.
Así lo hicieron pero la caída fue tan grande que se enterraron en la tierra y los hombres debieron cavar para buscarlas. El Tatú, que era muy bruto y tenía garras muy largas, dejó tuerta a una de ellas. El hombre zorro, que era muy apurado, sacó dos de ellas y las llevó hacia el monte, él quería probar primero. Pero como no sabía que ellas tenían la vagina dentada volvió lastimado y gritando. Pero el hombre iguana, tenía dos penes, entonces entregó uno de ellos al zorro.
Chiquii llamó a una reunión, deliberaron largamente y decidieron que el hombre mosca volaría más allá del mar para traer una solución. Cuando el hombre volvió trajo consigo el conocimiento del fuego, hasta ese momento los hombres comían el alimento crudo. Trajo también el viento, el frío, la enfermedad y la muerte.
Los hombres se pusieron a cantar el día, llegó un fuerte viento y mucho frío. Las mujeres que estaban desnudas se pusieron a temblar y se arrimaron al fuego. Los hombres entonces tiraron al fuego una piedra mágica que explotó y entrando en todas las mujeres les rompió los dientes de abajo.
De esa manera los hombres animales se unieron con las mujeres estrellas y sus hijos son el actual pueblo Toba.
Otra versión de la misma leyenda dice que el hombre luna se apiadó de los hombres y bajando a la Tierra poseyó a todas las mujeres rompiendo los dientes con su pene de piedra, además las embarazó a todas, así la gente actual descendería de las mujeres estrellas y del hombre luna.
Algunos hombres continuaron depositando su semen en calabazas, alguna de ellas cayeron al fuego y los niños nacieron de color negro, así se explica la presencia del hombre de color en América.
Informante :Ofelia Morález , Pampa del Indio, Chaco,1986.
Recopilador: Lic. Jorge A. Oliva.( jorgetotoi@hotmail.com)
El presente texto forma parte de la recopilación “Historias del Gran Chaco”, publicada en Resistencia, Chaco, 2002.
Fuente:
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