El Padre Mateo
Zicolillo, en su libro Padre Mario (1996), relata que una tarde de 1986, un padre capuchino, menudo y tímido fue hasta el Fundación Pantaleo para hablar con el Padre Mario. Le cuenta que tenía una verdadera vocación religiosa pero que desde hacía un tiempo advirtió que tenía dones curativos. No era capaz de diagnosticar, no sabía que enfermedad tenía la gente pero cuando ponía sus manos sentía un calor o una fuerza y la gente se curaba.
El problema era que sus superiores le ordenaron dejar de hacerlo o de lo contrario sería trasladado y quizá expulsado de la orden. El padre Mario le contestó que al único que debía obediencia ciega era a Dios "Y si él te ha elegido como herramienta para llevar adelante sus designios entre los hombres, no puedes negarte. Renunciar a eso sería como renunciar a servir a Dios ¿para qué has elegido ser sacerdotes? ¿para servir a los capuchinos acaso?"
Dos meses después el padre Mateo fue sancionado y trasladado al Uruguay, a un pequeño pueblo del interior del país. En la actualidad atiende a una multitud de enfermos que está dispuesta a enfrentar la lluvia, el frío de la noche, la espera prolongada frente a la Parroquia de los Misioneros de la Consolata, con tal de acceder unos instantes a la presencia del cura sanador. Su técnica es la de imposición de las manos y la Bendición del enfermo o de una foto del mismo.
Extraido del cdrom "ALMAS MILAGROSAS, SANTOS POPULARES Y OTRAS DEVOCIONES" por María de Hoyos y Laura Migale, Edición NAyA
Fuente:
Diccionario de Mitos y Leyendas - Equipo NAyA El Diccionario de Mitos y Leyendas es una producción del Equipo NAyA https://www.equiponaya.com.ar/
URL: https://www.cuco.com.ar/
INTEGRANTE DE LA RED NAyA de sitios de ANTROPOLOGIA y ARQUEOLOGIA
Última modificación de esta página 17-10-2020.
https://www.cuco.com.ar/